En toda visita a Berlín es aconsejable aprovechar la ocasión para sentarse en alguna taberna típica y degustar algunas de sus especialidades gastronómicas, generalmente unos platos muy contundentes, como el Eisbein, codillo, o el Kasseler, chuleta ahumada, ambos de cerdo y generalmente acompañados de chucrut y naturalmente de abundante cerveza.

Pero tampoco hay que despreciar otro plato muy típico de la tradición alemana, que puede pasar desapercibido para el visitante despistado, que fácilmente puede llegar a considerarlo comida basura por parecerse mucho al perrito caliente y venderse principalmente en puestos callejeros: el Currywurst.
Sin embargo, es lo ideal para reponer fuerzas sin restar mucho tiempo a las visitas turísticas, por ejemplo a los diferentes museos que llenan la isla a la que dan nombre.
El plato es muy sencillo ―consiste en una salchicha cocida y aderezada con ketchup (u otra salsa a base de tomate) y curry en polvo―, aunque nos llega cargado de historia: poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, allá por el 1949, a una señora de nombre Herta Heuwer se le ocurrió aliñar de esa manera las salchichas que vendía en el cruce entre las calles dedicadas al filósofo Kant y al emperador Federico, en el barrio de Charlottenburg, el centro comercial de la ciudad recién partida en dos. Diez años después, Herta registró su receta y trasladó su negocio a un gran restaurante que estaba abierto día y noche y contaba con 19 empleadas. Así que os recomendamos que la próxima vez que os encontréis en Berlín, recordad a esta creativa y emprendedora mujer saboreando una sabrosa Currywurst.
Imagen de cabecera: Currywurst Med Toast, CC BY-SA cyclonebill en Flickr.